Lo leo y no lo creo. Mario Vargas Llosa el promotor de la lucha contra el populismo idiotizante latinoamericano festeja la virtual victoria del nacionalista Humala y asegura que con esto el Perú ha salvado la democracia negando el ascenso del fascismo fujimorista.
Según el premio Nobel de Literatura su apoyo a Humala se debe a que se ha distanciado de la nefasta influencia chavista.
Hay que ser bastante ingenuo para creerse tal cuento chino y me pregunto cuanto tiempo durara esta "perspectiva" optimista de Llosa. Mientras tanto el señor de "La ciudad y los perros" queda como un dios ante los "progres" que lo criticaban tanto por meterse con el presidente Morales, pero sobre todo por ser "bestia parda" co creador del mentado libro "Manual del perfecto idiota latinoamericano"
A esto se llama quedar bien con dios y con el diablo.
2 comentarios:
No hay que caer en los prejuicios típicos del populismo: "bueno si es de izquierda y malo si es de derecha" o viceversa.
Entiendo que para Vargas Llosa, desde el punto de vista de la "democracia liberal y la libertad individual", era más importante a largo plazo hacer prevalecer la justicia (que habría quedado a medias ante un eventual perdón político a Alberto Fujimori).
Para Vargas Llosa, la institucionalidad es más valiosa que la economía. Es decir que si Humala se torna totalitario, el antecedente de un ex-Presidente en la cárcel como Fujimori sería útil para que la justicia peruana actue igual. Obviamente esto se aplica en el mundo de los idealistas y es probable que la realidad sea bastante distinta.
Vargas Llosa reseña a este señor en "El regreso del idiota" y no tiene precisamente una buena opinión sobre el. Obviamente en estas elecciones del Perú habia que elegir entre lo malo y lo peor y es cierto que Vargas Llosa apoyó a Humala como garantia de que siga el proceso democratico, pero hay que ver si verdaderamente el alejamiento de Humala de la influencia es total o temporal. A primera vista parece que Humala seguira respetando la institucionalidad, pero no olvidemos que nuestro presidente llego con ese mismo cuento y al final dio una trastada a todo principio basado en la ley. Prefiero mantener un sano escepticismo y como dice Jefferson:
El precio de la libertad es la eterna vigilancia.
Saludos
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