lunes, 13 de abril de 2015

Y ahora ¿quien los podrá defender?

Murió Eduardo, el hombre que despreciaba su apellido anglosajón (Hughes) y los mensajes de apoyo y despedida inundaron la red. Hay que reconocerle el merito de que hizo de una mentira una verdad repetida y aceptada por millones de personas a lo largo y ancho de este planeta.

Lo peor de todo, es que Hughes Galeano reconoció que su obra cumbre era una farsa, porque el mismo afirmó que "Intentó ser una obra de economía política, solo que yo no tenía la formación necesaria. No me arrepiento de haberlo escrito"

Un mea culpa que cayo en oídos sordos para sus mas fieles seguidores y que le permitió seguir vendiendo sus obras; todo un ejemplo de empresario éxito este progresista sobre valorado.

Adiós Eduardo, y que dios te tenga donde menos estorbes.

P.D  un amigo muy cercano, me intenta convencer justificando que en ciertas ocasiones la historia es apócrifa.

sábado, 11 de abril de 2015

Tarde como siempre...

Santa Cruz de la Sierra, la ciudad del nunca aprender, de más vale lamentar que prevenir, pero en muchos casos más vale figurar.

Lamentos, marchas, y ahora hashtag incluido (#Tusimeimportas), para recordar la trágica muerte de la adolescente V.B.V

Pero pese a todo ello, es interesante que no exista un mea culpa de los verdaderos responsables  de esta desdicha. Claro la culpa es del toborochi en ese cruce de carril de la avenida Banzer y los Cusis. La culpa es del conductor de la camioneta Toyota Tundra.  La culpa es Daniel Andrés R.J. La culpa es de la vaca.

Todos tienen la culpa menos unos padres irresponsables, que permitieron que V.B.V a sus cortos 16 años maneje un auto lujoso. ¿A nadie le resulta chocante que una adolescentes de 16 años este de jarana un miércoles por la noche? ¿No tenia clases el jueves por la mañana?
¿Qué clase de padres no controlan la conducta de su hija? ¿Por qué diablos un adolescente de 17 años tiene licencia de conducir clase profesional? 
¿Alguien quiere creer que era la primera vez que estaban jugando a las carreras?

Recuerdo que semanas atrás, la prensa cruceña se hizo eco de que ciertos tramos de la avenida Banzer eran usados como pistas de carreras. Increíblemente fueron los vecinos enardecidos los que salieron a desmentir a la prensa, pero al parecer era cierto lo expuesto por el cuarto poder.   

Y ahora queda preguntarse ¿qué se hará para prevenir de nuevo esta situación? ¿Habrá controles policiales en las principales avenidas de la ciudad? ¿Habrá controles policiales en las zonas de las licorerías? ¿Se pondrá un radar en la avenida Banzer entre segundo y tercer anillo para monitorear la velocidad de los automóviles? ¿Habrá más semáforos? ¿Se prohibirá la entrega de permisos especiales a menores de edad para conducir? ¿Se harán marchas en nombres de las victimas pobres?

Pero lo más importante ¿los padres de familia podrán ser capaces de educar y controlar a sus hijos?

Dejo un enlace de interés, para mostrar el enfoque de la prensa sobre esta tragedia. 

lunes, 23 de marzo de 2015

Eterno lamento boliviano

El hashtag #MarParaBolivia fue la culminación de una exitosa campaña mediática lanzada por el gobierno oficialista en aras de revindicar el retorno al mar. Basta revisar la pagina online del diario El Deber, o bien usar el buscador de Twitter para darse cuenta del tremendo impacto que ha tenido en las redes sociales esta bien ideada maniobra con tintes chovinista. 

El otro lado de la moneda, es el claro fracaso en el ámbito de la diplomacia y de las relaciones internacionales de toda esta empresa, porque seguimos siendo un país mediterráneo, y seguimos creyendo que una canción, una solicitada o un hashtag va a revertir un tratado internacional firmado por nuestros propios gobernantes en 1904. Peor aun, no consultamos nada con el que otrora fuera nuestra aliado en la infame Guerra del Pacifico, Perú.

Mientras tanto sigamos con los discursos, los desfiles y el falso patriotismo que nos enseña a odiar a los chilenos. Sigamos con el eterno lamento boliviano, porque el mar, ese mar ajeno y desconocido siempre sera la excusa perfecta para justificar nuestro atraso.